martes, 6 de noviembre de 2018

Breve Resumen del Tema

Sabemos que cuando se inició el desarrollo comercial del país después de la independencia, se constituyó el centro de donde se proyectaron las primeras vías terrestres quizá por su riqueza minera y por el acceso direccional a las poblaciones que tenían iguales condiciones, aquellos eran caminos o trochas que se abrieron entre la espesura de bosques para el paso de mulas, caballos, asnos y pequeñas carretas que transportaban materiales y personas constituyéndose en el primer sistema de comunicación en Honduras.

Comienza a llamárseles carreteras como el tramo entre Comayagua y Tegucigalpa, que eran una estrecha vía abierta a pico, piocha y pala que permitía el transitar de carretas y aquellos carruajes o diligencias tiradas por tracción animal para transportar personas en cansados viajes de todo un día. 

Aquellas primeras carreteras eran muy estrechas, y se construyeron sin contar con maquinarias, eran producto del pulmón de los peones que auxiliados de picos y piochas despejaban los trazos hechos por los ingenieros a los que se les confiaban las obras. Para poder abrir esos pasos en zonas montañosas tenían que ir en zigzag y así construir al borde de abismos empinadas cuestas que constituían un peligro constante para quienes las utilizaban.

En 1878 el presidente Soto ordenó la ampliación de esa vía y se construyeron puentes de piedra para salvar el paso de ríos que en las temporadas invernales obstaculizaban el transitar entre la entonces capital del Estado y la ciudad de Tegucigalpa.

El desarrollo vial del país era muy lento pero con la llegada de los primeros automóviles en 1905 se dio más importancia a esta comunicación terrestre y el presidente Manuel Bonilla ordenó la construcción de la carretera del sur, la carretera de Olancho, la carretera del norte de Comayagua a San Pedro Sula y en ese mismo año el Congreso Nacional decretó el uso de diligencias entre Tegucigalpa y Sabanagrande.

Hoy todas esas rutas están pavimentadas, con trazos diferentes, algunas en buen estado y otras que parecen paisajes lunares por la falta de mantenimiento. La mayoría de esas carreteras pasaban como calle principal de los poblados, ahora no es así, lo intensamente transitable obligó a bordearlas para evitar accidentes internos.
Las fotografías que hoy ilustran este recuerdo de la vieja ciudad son elocuentes de un pasado inolvidable para las generaciones que gozamos de la gracia de Dios para podernos remontar al ayer.


La ilustración muestra una de las maquinas aplanadoras que trajeron a Tegucigalpa para el adoquinamiento de la ciudad. (foto archivo del Dr, Jorge Alberto Amaya)



Fotografía de un mulero hondureño a comienzos del siglo XX. (foto archivo del Dr, Jorge Alberto Amaya)



Esta fotografía de F. J. Youngblood de principios del siglo XX es sumamente interesante, pues es una de las pocas evidencias visuales que muestra un coche o carruaje tirado por caballos en la Tegucigalpa de la época. El Puente Gualcerique es antecedido por un grupo de tres mujeres que cargan en sus cabezas canastos con productos para la venta. (Archivo del Dr. Jorge Alberto Amaya)



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